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Reflexiones sobre la violencia y la importancia de cuidar a los más vulnerables

Queridos míos, hoy quiero compartir con ustedes una reflexión que me ha dejado el corazón un poco apesadumbrado. En estos tiempos, la violencia parece estar más presente que nunca, y aunque duele decirlo, no podemos cerrar los ojos ante lo que sucede a nuestro alrededor. En Sinaloa, hace unos días, ocho personas, entre ellas tres niños, llegaron a los hospitales con heridas de bala. Imagínense, tres pequeños, de nueve, doce y diecisiete años, que deberían estar jugando o estudiando, pero que, en cambio, tuvieron que enfrentar algo tan doloroso.
Uno de ellos, el niño de doce años, no logró superar sus heridas. El otro, de nueve, hermano suyo, sigue luchando en el Hospital Pediátrico, con heridas en el pecho y el abdomen. Y el mayor, un joven de diecisiete años, también está internado, después de un ataque en la carretera que le costó la vida a un adulto que lo acompañaba.
Es difícil no sentir tristeza al pensar en estas familias, en el dolor que están pasando. Pero también es importante recordar que, en medio de la oscuridad, hay personas que trabajan incansablemente para ayudar. Los médicos, las enfermeras, todo el personal de los hospitales, hacen lo posible por salvar vidas y brindar consuelo. A ellos, les debemos un profundo agradecimiento.
Y aunque no sabemos todos los detalles de lo ocurrido, esto nos recuerda lo frágil que es la vida y lo importante que es cuidarnos unos a otros. Debemos enseñar a nuestros niños y jóvenes el valor de la paz, del respeto y del diálogo. Porque, queridos míos, la violencia nunca es la respuesta.
Hoy, mientras tomamos un cafecito caliente, pensemos en cómo podemos ser luz en medio de la oscuridad. Tal vez con una palabra amable, un gesto de ayuda o simplemente estando presentes para quienes nos necesitan. La vida es corta, pero el amor y la bondad que sembramos perduran para siempre.
Un abrazo fuerte, con todo el cariño de esta abuelita que los quiere mucho.