Cómo mejorar tu Wi-Fi sin perder la cordura en el intento

Internet, esa cosa mágica que nos permite trabajar, procrastinar en TikTok y comprar cosas que no necesitamos, es básicamente el aire que respiramos en el siglo XXI. Sin él, ¿qué seríamos? Probablemente personas más productivas, pero eso no viene al caso. Lo importante es que, si tu Wi-Fi está más lento que un caracol con resaca, tu vida se convierte en un drama digno de telenovela.

Imagina esto: estás en medio de una reunión virtual, tu jefe está hablando de algo importante (o eso crees, porque no estás prestando atención) y, de repente, tu conexión decide tomarse unas vacaciones. ¿El resultado? Te quedas congelado en la pantalla, como si fueras un meme viviente. O peor, estás a punto de ganar esa partida de Fortnite y, ¡zas!, te desconectan. Tragedia pura.

Pero no te preocupes, porque aquí viene el truco del siglo (o al menos del día): mueve tu router. Sí, así de simple. Resulta que ese aparatito que tienes escondido detrás del televisor o en el rincón más oscuro de tu casa no está haciendo su mejor trabajo. Colócalo en el centro de tu hogar, como si fuera el rey del Wi-Fi, y verás cómo la señal se distribuye como si fuera pizza gratis en una fiesta.

Ahora, si después de moverlo sigues teniendo problemas, quizás sea hora de admitir que tu router es más viejo que el chiste de “¿por qué cruzó el pollo la calle?”. En ese caso, invierte en uno nuevo o, si tu casa es más grande que un estudio de soltero millennial, considera una red mesh. Básicamente, es como tener varios routers que se dan la mano para cubrir cada rincón de tu casa. Tecnología moderna, ¿no?

En resumen: si tu Wi-Fi te está dando más problemas que una relación tóxica, prueba estos consejos. Y si nada funciona, siempre puedes culpar al universo y pedir un deseo mientras reinicias el router por enésima vez. ¡Suerte!