Internacional
Trump impulsa medidas radicales en la frontera y desafía la ciudadanía por nacimiento

En un giro dramático que sacudió los cimientos de la política migratoria estadounidense, el presidente Donald Trump desató una serie de medidas audaces y controvertidas apenas juró su cargo. Con la solemnidad de un general que prepara su ejército para la batalla, Trump declaró una emergencia nacional en la frontera sur, prometiendo detener de inmediato todo ingreso ilegal y devolver a millones de “extranjeros criminales” a sus países de origen.
El destino de miles de migrantes pendía de un hilo mientras las citas programadas a través de la aplicación CBP One, una herramienta clave durante la era Biden, eran canceladas en cuestión de minutos. Melanie Mendoza, una joven venezolana de 21 años, y su novio, quienes habían gastado más de 4.000 dólares y caminado durante días para alcanzar su sueño americano, se encontraron de repente en un limbo, sin saber qué hacer ni a dónde ir.
México, un aliado crucial en este drama fronterizo, aceptó recibir nuevamente a los solicitantes de asilo mientras esperan sus audiencias en cortes estadounidenses. Sin embargo, esta política, conocida como “Permanecer en México”, ya había sido criticada por exponer a los migrantes a peligros extremos en manos de los cárteles, quienes los secuestraban y extorsionaban sin piedad.
Pero el golpe más impactante fue la propuesta de Trump de terminar con la ciudadanía automática por nacimiento, un derecho consagrado en la 14ª Enmienda desde 1868. Esta medida, que seguramente enfrentará batallas legales épicas, amenaza con redefinir lo que significa nacer en suelo estadounidense.
Mientras tanto, las órdenes ejecutivas de Trump también incluyen la participación militar en la seguridad fronteriza, la designación de cárteles como organizaciones terroristas extranjeras y la suspensión del reasentamiento de refugiados durante cuatro meses. Cada una de estas acciones parece diseñada para intensificar la tensión y el miedo, tanto entre los migrantes como en las comunidades que los apoyan.
En medio de este caos, Erlinda, una madre soltera de El Salvador, temblaba al pensar en la posibilidad de ser separada de sus hijos, ciudadanos estadounidenses de 10 y 8 años. “Temo por mis hijos”, susurró, su voz cargada de angustia. “Que vivan el terror de no ver a su madre por un día, por un mes, por un año”.
El mundo observa con incredulidad mientras Trump avanza con su agenda, desafiando leyes, tradiciones y derechos fundamentales. ¿Será este el inicio de una nueva era en la política migratoria de Estados Unidos, o el preludio de una tragedia humanitaria sin precedentes? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: el destino de millones pende en el aire, y cada decisión parece ser un paso más hacia lo desconocido.