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Hallan restos de joven desaparecida tras cuatro años de incansable búsqueda

En el corazón de la Ciudad de México, donde las sombras del pasado parecen no querer desvanecerse, una madre, Jacqueline Palmeros, ha vivido una odisea que desafía las palabras. Cuatro largos años de angustia, esperanza y desesperación culminaron en un momento que estremeció hasta los cimientos de su alma. En las frías y misteriosas tierras del Ajusco, donde el viento susurra secretos y la tierra guarda historias oscuras, los restos de su amada hija, Jael Montserrat Palmeros, fueron finalmente encontrados.
El 17 de enero, un día que quedará grabado en la memoria de todos los que siguieron esta tragedia, Jacqueline y su colectivo, Una Luz en el Camino, descubrieron restos óseos en una zona conocida como El Llano de Vidrio. Fue como si el destino, en un giro cruel pero necesario, les hubiera guiado hacia ese lugar. Los especialistas de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, con sus herramientas de ciencia y precisión, confirmaron lo que Jacqueline ya intuía en lo más profundo de su ser: aquellos huesos pertenecían a su hija.
El comunicado de la Fiscalía, frío y técnico, no pudo ocultar la magnitud de este hallazgo. “Los estudios de genética, antropología, odontología y criminalística permitieron establecer que los restos corresponden a Jael Montserrat”, declararon. Pero la historia no termina aquí. Los restos no están completos, y la búsqueda, esa búsqueda interminable, continúa. Nuevas jornadas de rastreo se avecinan, como si la tierra misma se resistiera a devolver todo lo que le fue arrebatado.
Jacqueline, con el corazón roto pero lleno de una determinación inquebrantable, espera el día en que pueda recibir todos los restos de su hija. Es un final que no cierra, una herida que nunca sanará del todo, pero que al menos le permitirá despedirse. En este drama humano, donde el dolor y la justicia se entrelazan, cada detalle es una batalla, cada momento, un paso hacia una verdad que, aunque dolorosa, es necesaria.
El Ajusco, testigo silencioso de esta tragedia, guarda aún más secretos. Y mientras Jacqueline espera, el mundo observa, recordando que detrás de cada noticia hay una historia, y detrás de cada historia, un corazón que late con la fuerza de quien no se rinde.