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Despiden a defensor de migrantes en Tijuana y el escándalo crece

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Ah, Tijuana, la ciudad donde el drama político y los derechos humanos se mezclan como un cóctel de tequila con limón: ácido, fuerte y con un toque de “¿en serio estamos hablando de esto?”. Resulta que el ex director de la oficina de Atención al Migrante Municipal, José Luis Pérez Canchola, fue despedido por, atención, ¡ayudar a migrantes! Sí, porque en este mundo al revés, hacer tu trabajo con humanidad parece ser un delito capital.

Al menos 15 asociaciones civiles, 26 académicos y un montón de activistas (que, por cierto, tienen más paciencia que un santo) se unieron para decir: “Oigan, esto es una aberración”. Y no es para menos. Despedir a un defensor de derechos humanos en plena crisis migratoria es como quitarle el salvavidas a alguien que se está ahogando. ¿Qué sigue? ¿Despedir a los bomberos por apagar incendios?

En una carta dirigida al alcalde morenista de Tijuana, Ismael Burgueño, estos grupos pidieron la restitución de Pérez Canchola. Porque, claro, despedir a alguien con décadas de experiencia en derechos humanos y migración es justo lo que necesita una ciudad fronteriza en tiempos de incertidumbre. ¿O no?

Pero aquí no acaba la cosa. Arnulfo Guerrero, un funcionario del PAN (sí, del PAN) que ahora trabaja en un ayuntamiento morenista, fue quien pidió la renuncia de Pérez Canchola. ¿Confuso? Sí. ¿Irónico? Totalmente. ¿Absurdo? Como un elefante en una tienda de porcelana.

Las asociaciones civiles, entre ellas Al Otro Lado y Alma Migrante, no se quedaron calladas. Calificaron el despido como “poco ético y amenazante”, porque, obvio, despedir a alguien por hacer su trabajo con empatía es como decir que el agua moja. Además, señalaron que esta acción va en contra de la estrategia “México te Abraza” de la presidenta Claudia Sheinbaum. ¿Qué pasó con el abrazo? ¿Se convirtió en un empujón?

Pérez Canchola no es cualquier funcionario. Ha trabajado con la Academia Mexicana de Derechos Humanos, el Consejo Estatal de Migración y hasta con la Comisión de Ayuda a Refugiados. Pero, claro, ¿para qué queremos a alguien con experiencia cuando podemos tener a alguien que no levante tanto la ceja ante las injusticias?

Mientras tanto, la gobernadora morenista de Baja California, Marina del Pilar Ávila, salió a defender al alcalde con un contundente: “Por algo tomó esa decisión”. Ah, sí, porque las decisiones políticas siempre son tan transparentes como el agua de un charco después de la lluvia.

En fin, Tijuana sigue siendo el escenario perfecto para esta tragicomedia política. Y mientras tanto, los migrantes, esos que tanto necesitan ayuda, siguen esperando a que alguien les tienda la mano. Pero, ojo, que no sea demasiado humanitaria, no vaya a ser que les cueste el empleo.