Reflexiones sobre la reforma política y la importancia de la representación

Queridos míos, hoy les quiero platicar de algo que me hizo reflexionar, como cuando uno se sienta a tomar un té calentito y piensa en cómo mejorar las cosas para todos. La presidenta Claudia Sheinbaum, una mujer que ha demostrado mucho empeño en su trabajo, está proponiendo algo que podría cambiar la forma en que se hacen las cosas en nuestro sistema político.

Ella y un grupo de personas están trabajando en una iniciativa para eliminar a los legisladores plurinominales, esos que llegan sin haber sido votados directamente por la gente. También quieren reducir el dinero que se les da a los partidos políticos y bajar los costos de las elecciones. ¿Se imaginan? Menos gastos y más transparencia. Eso me recuerda a cuando en casa ajustamos el presupuesto para que todo alcance mejor.

Claudia también habló de algo que me pareció muy interesante. Dijo que para ser elegido, uno debe trabajar en el territorio, ganarse el voto de la gente con esfuerzo y dedicación. Eso es como cuando uno siembra una semilla y la cuida hasta que da frutos. No basta con querer, hay que hacer.

Y aunque hay quienes, como el señor Gerardo Fernández Noroña, defienden las listas de plurinominales porque dicen que representan a las minorías, Claudia propone buscar otra forma de que esas voces sean escuchadas. Quizás, como en el Senado o en el Congreso de la Ciudad de México, donde algunos que quedan en segundo lugar también tienen un lugar, pero siempre después de haber competido en elecciones.

Ella insiste en que no necesitamos tantos diputados, que con menos se puede hacer más, y que es importante revisar cuánto se gasta en los partidos y en las elecciones. Es como cuando uno limpia el armario y se da cuenta de que no necesita tantas cosas para vivir bien.

En fin, queridos, estas son ideas que nos invitan a pensar en cómo podemos construir un sistema más justo y eficiente. No es algo que se logre de la noche a la mañana, pero con paciencia y trabajo, todo es posible. Como decía mi abuelita: “Poco a poco se llega lejos”. Y con eso, les dejo, que el té ya se está enfriando.