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Nacional

México prohíbe el maíz transgénico para proteger su identidad nacional

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En el corazón de la Ciudad de México, donde los destinos de una nación se tejen entre muros legislativos, una batalla épica por la preservación de la identidad y la vida misma se desató. La Comisión Permanente recibió, con la solemnidad de un momento histórico, la iniciativa del Ejecutivo federal que busca prohibir la siembra de maíz transgénico en el país.

El presidente de la Mesa Directiva, Sergio Gutiérrez Luna, con la gravedad de quien sostiene el peso de una decisión que marcará el futuro, anunció que en la próxima sesión, la cual tendrá lugar la siguiente semana, se dará turno a esta propuesta para que continúe su proceso legislativo. La Gaceta Parlamentaria ya ha sido testigo de esta iniciativa, que modifica los artículos 4 y 27 de la Constitución, estableciendo la obligación del Estado de garantizar el cultivo de maíz libre de transgénicos en el territorio nacional.

Pero esto no es solo una reforma; es una declaración de guerra contra la pérdida de la esencia misma de México. El maíz, ese grano sagrado, ha sido elevado a la categoría de elemento de identidad nacional. Su cultivo, ahora blindado por la ley, deberá priorizar un manejo agroecológico, como si cada semilla fuera un tesoro que debe protegerse de las garras de la manipulación genética.

“El maíz es un elemento de identidad nacional cuyo cultivo debe ser libre de transgénicos, priorizando su manejo agroecológico”, proclama la propuesta con la fuerza de un manifiesto revolucionario. Y es que México, cuna de la más amplia diversidad en razas de maíces nativos y silvestres, alberga un acervo genético invaluable, un legado que hoy está en juego.

El maíz no es solo un alimento; es el alma de la cocina mexicana, el sustento de millones. Con un consumo promedio diario de 328 gramos por persona, aporta el 39% de las proteínas, el 45% de las calorías y el 49% del calcio que se requieren a diario. Cada bocado es un acto de resistencia, un vínculo con la tierra y con los antepasados.

La propuesta revela que la producción de maíz generada por las personas productoras tiene el potencial de alimentar a 54.7 millones de personas, un dato que resalta la importancia de la agricultura campesina. Pero esta no es solo una cuestión de números; es una lucha por la supervivencia de una cultura, por la preservación de un patrimonio que trasciende generaciones.

“México cuenta con la mayor diversidad genética de maíz conocida a nivel mundial”, afirma la iniciativa con orgullo y urgencia. “Es responsabilidad del Estado resguardar esta diversidad, para garantizar su permanencia para las generaciones futuras”.

Esta reforma en materia de maíz transgénico es una de las cuatro modificaciones constitucionales propuestas en el marco del llamado Plan C, una iniciativa que la mayoría dejó pendiente de aprobación y que buscarán sacar adelante durante el periodo ordinario que iniciará el próximo 1 de febrero.

El destino de México, su identidad y su futuro, están en juego. Y en este momento crucial, cada palabra, cada decisión, cada semilla, cuenta.