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Reflexiones sobre la crisis en el CIDE y la importancia de valorar la educación

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Queridos míos, hoy les quiero platicar de algo que me ha dejado pensando, como cuando uno ve cómo las cosas cambian con el tiempo y no siempre para bien. Resulta que en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, el CIDE, como le dicen, hubo un problema con los pagos a los profesores. Imagínense, personas que dedican su vida a enseñar y a investigar, y de repente no reciben lo que les corresponde. Eso, queridos, es como sembrar una semilla y no regarla después.

Resulta que no les pagaron un estímulo que les ayuda a seguir adelante con su trabajo, algo que llaman el “Estímulo de Liderazgo”. Pero, gracias a Dios, después de mucho esfuerzo y colaboración, se comprometieron a pagarles antes del 31 de enero. A veces, la vida nos enseña que las cosas no siempre salen como uno quiere, pero con paciencia y trabajo en equipo, se pueden arreglar.

Ahora, esto no es algo nuevo. La profesora Catherine Andrews, una mujer muy sabia que conoce bien la historia del CIDE, nos cuenta que los problemas económicos en estos centros de investigación vienen de lejos. Es como cuando uno tiene una casa vieja y, aunque la arregla un poco, siempre hay algo que falta. En este caso, los cambios administrativos de los últimos años, como la eliminación de los fideicomisos y las colegiaturas, han dejado al CIDE con menos recursos.

Y es que, miren, antes el CIDE podía hacer proyectos con instituciones como el Banco Mundial, lo que les ayudaba a tener ingresos adicionales. Pero ahora, con las nuevas reglas, todo se ha complicado. Es como si les hubieran quitado las herramientas para trabajar. Por eso, ahora están pensando en volver a cobrar colegiaturas y hacer más proyectos, porque el dinero que reciben del gobierno no alcanza.

Pero no todo es tristeza, queridos. A veces, de las crisis salen oportunidades. En la reunión que tuvieron, les dijeron que hay que pensar en soluciones, en volver a lo que funcionaba antes. Eso me recuerda que, en la vida, no hay que tener miedo de reconocer cuando algo no está saliendo bien y buscar la manera de mejorarlo.

Ahora, hay algo más que me preocupa. En algunos centros de investigación, como el Cimav en Chihuahua, les han pedido a los investigadores y estudiantes que no hablen con la prensa sin autorización. Dicen que es para cuidar la imagen de la institución, pero yo me pregunto: ¿no es importante que la gente sepa lo que pasa? La ciencia y el conocimiento son para todos, y si no se comparten, ¿cómo vamos a avanzar?

En fin, queridos, esto es como cuando uno ve una tormenta y sabe que, aunque haya viento y lluvia, al final saldrá el sol. Espero que el CIDE y los demás centros de investigación encuentren la manera de salir adelante, porque su trabajo es muy valioso. Y a ustedes, les digo: nunca dejen de valorar la educación y el esfuerzo de quienes dedican su vida a enseñar y descubrir. Esa es la semilla que nos hace crecer como sociedad.

Con cariño, su abuelita.

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