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Auschwitz y el turismo oscuro: una reflexión sobre el pasado y el presente

¡Ay, amigo, amiga, amigue! ¿Sabes qué? Estaba leyendo esto sobre Auschwitz y el turismo oscuro, y ¡madre mía! Es como si alguien hubiera mezclado un documental histórico con un episodio de Black Mirror, pero con más drama y menos tecnología. ¡Vamos al lío!
Resulta que Jesse Eisenberg, sí, el de *The Social Network*, se inspiró en un anuncio de internet que decía algo como: “¡Visita Auschwitz con almuerzo incluido!” ¿Qué? ¿En serio? ¡Es como si te ofrecieran un combo de McDonald’s pero en un campo de concentración! ¡Qué locura! Eisenberg se puso a pensar: “¿Qué pasa si dos primos gringos van a Polonia a visitar los lugares donde su abuela sufrió el Holocausto?” Y así nació *A Real Pain*, una película que mezcla comedia, drama y un montón de preguntas incómodas.
Pero, oye, esto no es solo cosa de Eisenberg. Hay un montón de películas y documentales sobre el Holocausto que ya no hablan de las víctimas, sino de los turistas que van a esos lugares. ¡Turistas! Como si Auschwitz fuera Disneylandia, pero con más historia y menos Mickey Mouse. En *Treasure*, una chica va con su padre, un sobreviviente, y termina sanando sus propios traumas. En *The Delegation*, unos adolescentes israelíes van a Auschwitz para entender lo que pasó, pero terminan más confundidos que un pulpo en un garaje.
Y luego está el tema de los selfis. ¡Sí, selfis! En 2014, una chica se tomó una foto sonriente en Auschwitz-Birkenau con un emoji feliz. ¡Qué desastre! La gente se indignó, pero el museo dijo: “Tranquilos, el Zyklon B no se usaba así”. ¡Ay, qué alivio! Pero, ¿en serio? ¿Selfis en un campo de exterminio? ¿Qué sigue, un TikTok bailando frente a los crematorios?
Y no te creas que esto es solo cosa de turistas. Los cineastas también están metidos en este lío. *La zona de interés*, por ejemplo, muestra a Rudolf Höss, el jefe de Auschwitz, viviendo feliz con su familia mientras el campo funciona a todo gas (nunca mejor dicho). Y al final, ¡zas! Un flash forward al presente, donde los trabajadores del museo limpian todo para recibir a los visitantes. ¡Qué giro!
Pero, ojo, no todo es frivolidad. Hay películas como *A Real Pain* y *Treasure* que hablan del trauma generacional. Es decir, cómo el sufrimiento de los abuelos afecta a los nietos. Y eso, amigo, es heavy. Es como si el pasado te persiguiera, pero en vez de un fantasma, es una ansiedad que no te deja dormir.
En fin, Auschwitz sigue siendo un símbolo del mal, pero también un imán para el turismo oscuro. ¿Es respetuoso? ¿Es morboso? ¿Es ambas cosas? ¡Quién sabe! Lo que está claro es que, 80 años después, el Holocausto sigue dando de qué hablar. Y mientras tanto, ahí está Auschwitz, con su cartel de “Arbeit macht frei”, esperando a que alguien más se tome un selfi.
¡Salud! 🍻