Internacional
Reflexiones sobre la migración y la importancia de la libertad humana

Queridos míos, hoy quiero compartir con ustedes una noticia que me hizo reflexionar sobre la vida y cómo, a veces, las cosas no son tan simples como parecen. Resulta que nuestro presidente, Gustavo Petro, habló sobre algo que ocurre aquí en Colombia, y que nos invita a pensar en cómo tratamos a los demás, especialmente a aquellos que vienen de lejos en busca de un mejor futuro.
Dice el presidente que hay más de 15 mil estadounidenses viviendo en nuestro país de manera irregular. Sí, así como lo oyen. Gente que, por una razón u otra, no ha cumplido con los requisitos para estar aquí legalmente. Pero, ¿saben qué? En lugar de hablar con dureza o señalar con el dedo, Petro les ha pedido que acudan a las autoridades migratorias para regularizar su situación. “Yo creo en la libertad humana”, dijo, y esas palabras me hicieron recordar que todos merecemos una oportunidad, un poco de comprensión y, sobre todo, respeto.
Claro, no todo es tan sencillo. Las leyes están para cumplirse, y eso es algo que no debemos olvidar. Pero también es cierto que la vida nos enseña que, a veces, las circunstancias nos llevan por caminos inesperados. Quizás algunos de esos estadounidenses llegaron aquí buscando algo que no encontraron en su tierra, o tal vez simplemente se quedaron más tiempo del planeado. Lo importante es que, como sociedad, debemos aprender a abordar estos temas con paciencia y empatía.
Y fíjense, esto no es algo que ocurre solo aquí. Al otro lado del mundo, en Estados Unidos, también hay colombianos que enfrentan situaciones difíciles. Es un recordatorio de que, en este mundo tan grande, todos estamos conectados de alguna manera. Por eso, es fundamental que, como personas, como comunidades, busquemos soluciones que respeten la dignidad de todos.
El presidente Petro también mencionó algo que me pareció muy sabio: “No me verán jamás quemando una bandera gringa o haciendo una redada para devolver a los ilegales esposados”. Esas palabras me hicieron pensar en cómo, a veces, es más fácil actuar con ira que con compasión. Pero, queridos míos, la verdadera fuerza está en saber mantener la calma, en buscar soluciones que no hieran, en recordar que todos somos humanos, con sueños, miedos y esperanzas.
Así que, mientras tomamos nuestra bebida caliente en esta tarde tranquila, les dejo esta reflexión: la vida es un camino lleno de altos y bajos, y lo que más importa es cómo tratamos a quienes caminan a nuestro lado. Ya sea aquí en Colombia o en cualquier otro lugar del mundo, la libertad humana y el respeto deben ser nuestra guía. Porque, al final del día, todos buscamos lo mismo: un lugar donde sentirnos seguros, queridos y en paz.
Un abrazo fuerte, como el que les daría si estuvieran aquí conmigo. Cuídense mucho y recuerden siempre que, con un poco de paciencia y mucho amor, todo puede resolverse.