Nacional
La lucha por la paz en Sinaloa y el clamor de una comunidad unida

Queridos míos, hoy les quiero contar algo que me llena el corazón de tristeza, pero también de esperanza. En Culiacán, Sinaloa, miles de personas, desde los más pequeños hasta los más grandes, se reunieron en una marcha para pedir paz y tranquilidad. Imagínense, familias enteras, jóvenes llenos de energía, y abuelitos con sus canas al viento, todos unidos bajo el mismo deseo: vivir en un lugar donde el miedo no sea parte del día a día.
Fue en las escalinatas del Templo de la Lomita, un lugar tan querido por todos, donde comenzó este movimiento. Con cartulinas en mano y globos blancos que simbolizaban la pureza de sus intenciones, la gente clamaba por justicia y por el fin de la violencia que ha lastimado tanto a esta tierra. No es fácil ver cómo el dolor toca a tantas familias, pero hay algo hermoso en cómo se unen para apoyarse unos a otros.
Hubo quienes llevaban fotos de sus seres queridos desaparecidos, otros que recordaban a los hermanos Alexander y Gael, dos niños inocentes que perdieron la vida en un acto de crueldad. Esas historias duelen, pero también nos recuerdan que no podemos quedarnos callados. La gente pidió la renuncia del gobernador, Rubén Rocha Moya, porque sienten que las autoridades no han hecho lo suficiente para protegerlos.
Aunque hubo momentos de tensión, como cuando algunos jóvenes escribieron “narcoestado” en las paredes del Palacio Municipal, la mayoría de los manifestantes prefirió mantener la calma y seguir adelante con dignidad. Al final, prendieron fuego a un muñeco que representaba al gobernador, como símbolo de su descontento, pero también de su esperanza de que las cosas pueden cambiar.
Y en medio de todo esto, hubo momentos que me hicieron sonreír. Un grupo de mujeres se encontró con una banda musical y les pidieron que tocaran “El Buey de la Barranca” y “El Sinaloense”. ¡Qué bonito es ver cómo la música une a la gente! Todos cantaron juntos, como recordando que, a pesar de todo, Sinaloa sigue siendo un lugar lleno de vida y de tradiciones que no se pueden apagar.
Pero, ay, queridos, la violencia no da tregua. Ese mismo día, se registraron cinco asesinatos más. Una mujer joven fue encontrada sin vida, un pescador de 72 años fue asesinado, y otros dos hombres aparecieron en la carretera, envueltos en plástico. Es desgarrador, pero también nos recuerda que la lucha por la paz no puede detenerse.
Así que, queridos míos, les digo esto con todo el cariño de mi corazón: no pierdan la esperanza. La vida nos enseña que los cambios no llegan de la noche a la mañana, pero cada paso, cada voz que se alza, cuenta. Cuidémonos unos a otros, apoyemos a quienes sufren y sigamos creyendo en un mañana mejor. Porque, como decía mi abuelita, “la unión hace la fuerza”, y juntos podemos construir un futuro donde la paz sea más que un sueño.
Un abrazo fuerte, como el que les daría si estuvieran aquí conmigo, tomando un cafecito caliente en esta tarde tranquila.