Deportes
Sinner domina a Zverev y repite como campeón en Australia

Ah, Melbourne, la ciudad donde los canguros saltan y los tenistas lloran. Este domingo, Jannik Sinner, el italiano de 23 años que parece haber descubierto el secreto para ganar sin sudar demasiado, volvió a coronarse campeón del Abierto de Australia. ¿Cómo lo hizo? Fácil: simplemente jugó mejor que Alexander Zverev en todo. Sí, en todo. Hasta en respirar, probablemente.
Sinner, quien no enfrentó ni una sola bola de quiebre (porque, claro, ¿para qué complicarse?), se llevó la victoria en tres sets: 6-3, 7-6 (4), 6-3. Zverev, por su parte, intentó. Bueno, más o menos. El alemán admitió, con una honestidad que casi da pena, que Sinner es mejor que él en casi todo: saque, derecha, revés, devolución, volea… ¿Algo más? Ah, sí, también en caminar hacia la red sin tropezar.
Pero no todo fue un paseo por el parque para Sinner. Bueno, en realidad sí lo fue. El italiano acumuló 10 bolas de quiebre, ganó más puntos largos (27-13) y cometió menos errores no forzados (27 contra 45 de Zverev). Vamos, hasta un niño de primaria con una calculadora podría ver que Zverev no tenía ninguna posibilidad.
Y luego está el tema de los elogios. Zverev, el número 2 del mundo (sí, el mismo que está 0-3 en finales de Grand Slam), no pudo evitar rendirse ante la superioridad de Sinner. “Hace todo mejor que yo”, dijo, como si estuviera leyendo un manual de autoayuda para perdedores. ¿Qué sigue? ¿Que Sinner también es mejor en cocinar pasta?
Sinner, por su parte, sigue acumulando récords como si fueran cromos. Es el hombre más joven en ganar dos veces seguidas en Melbourne desde Jim Courier en los 90 (sí, cuando el pelo largo todavía estaba de moda). Además, es el primer hombre desde Nadal en repetir como campeón en el mismo Grand Slam después de su primer título. ¿Qué sigue? ¿Ganar tres veces seguidas mientras resuelve un cubo de Rubik con los pies?
Pero no todo es perfecto en el mundo de Sinner. Ahí está el pequeño detalle del caso de dopaje. Sí, dio positivo por una cantidad mínima de un esteroide anabólico en marzo pasado, pero lo atribuyó a una “contaminación accidental”. Dos miembros de su equipo fueron despedidos, y Sinner fue absuelto en agosto. La WADA apeló, y la audiencia está programada para abril. Mientras tanto, Sinner sigue jugando como si nada hubiera pasado. “Tengo la mente clara”, dijo. Claro, porque ganar tres Grand Slams seguidos es la mejor terapia.
En resumen, Sinner es, según Zverev, “un universo aparte”. Y no es para menos. Con 80 victorias y solo 6 derrotas en el último año, el italiano parece imparable. ¿Qué le depara el futuro? Más títulos, probablemente. Y tal vez un par de récords más para romper. Mientras tanto, Zverev seguirá intentando levantar un trofeo. Algún día. Quizás.
Y así, en Melbourne, bajo las estrellas y el calor australiano, Sinner levantó los brazos, sonrió y recordó al mundo por qué es el número 1. Zverev, por su parte, se fue con los hombros caídos, una raqueta golpeada y una lista de cosas que mejorar. Pero, hey, al menos sacó mejor que Sinner. Eso cuenta, ¿no?