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Activistas exigen cerrar delfinario tras muertes de delfines en Barceló

Ah, el maravilloso mundo de los delfinarios, donde los cetáceos son obligados a sonreír mientras nadan en círculos en tanques más pequeños que la piscina de tu tía. El hotel Barceló Riviera Maya, ese paraíso turístico que parece sacado de un folleto de vacaciones, ha vuelto a la carga con su espectáculo de nado con delfines. ¿Por qué? Porque, claro, ¿qué sería de unas vacaciones sin la oportunidad de tomarse una selfie con un delfín que probablemente está más estresado que tú en hora pico?
Los activistas, esos eternos aguafiestas (o héroes, según cómo lo veas), han alzado la voz para exigir el cierre definitivo del delfinario. Y no es para menos: en 2019, tres delfines jóvenes, “Plata”, “Tulagui” y “Alex”, decidieron que la vida en cautiverio no era lo suyo y partieron al gran océano del más allá. ¿La causa? Estrés, encierro y, en el caso de “Plata” y “Alex”, unos cuantos golpes del delfín alfa, “Mincho”. Porque, claro, cuando estás encerrado en un tanque con un matón marino, no hay mucho donde esconderse.
Pero no culpen a “Mincho”, pobrecito. Según los expertos, los delfines en cautiverio sufren un estrés tan intenso que hasta yo me pondría a morder a alguien. En la naturaleza, los delfines sumisos pueden huir de los alfas, pero en un delfinario, la única escapatoria es un salto mortal en el show de las 3 p.m.
Las asociaciones animalistas, como Dolphin Freedom Mx, no se han quedado de brazos cruzados. Han convocado protestas frente a los hoteles Barceló en Ciudad de México y Riviera Maya, porque nada dice “vacaciones relajantes” como un grupo de manifestantes exigiendo justicia para los delfines. Además, han pedido a la Procuraduría Federal del Medio Ambiente (Profepa) que haga su trabajo y verifique si se cumple la Norma Oficial Mexicana 135-SEMARNAT-2004. Ya saben, esa normativa que supuestamente protege a los mamíferos marinos en cautiverio, pero que parece más un saludo a la bandera que una medida efectiva.
Y por si fuera poco, los delfines también están expuestos a niveles de cloro que harían llorar a cualquier nadador olímpico, además de sufrir daños en la piel y los ojos por la exposición continua al sol. “Plata”, “Alex” y “Tulagui” incluso presentaban indicios de cataratas, porque, claro, ¿qué mejor que un delfín medio ciego para entretener a los turistas?
El movimiento cuenta con el respaldo de organizaciones como Peta Latino, Océanos de Vida Libre y PRO Animal, entre otras. Así que, si alguna vez te preguntaste qué pasa cuando juntas a un montón de activistas con ganas de cambiar el mundo, aquí tienes la respuesta: una lucha épica contra los delfinarios y sus condiciones de vida que harían llorar hasta al más insensible de los turistas.
En resumen, si planeas visitar el Barceló Riviera Maya, tal vez pienses dos veces antes de reservar ese nado con delfines. A menos, claro, que disfrutes de la idea de contribuir al sufrimiento de unos animales que merecen algo mejor que un tanque lleno de cloro y un público que aplaude sus trucos. Pero, hey, al menos te llevarás una foto para Instagram, ¿no?