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El Inai se deslinda de acusaciones de extorsión en caso de boletos mundialistas

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En un giro que sacudió los cimientos de la transparencia y la ética pública, el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (Inai) se vio envuelto en un escándalo que amenazaba con manchar su reputación. El pleno del Inai, con la solemnidad de un tribunal antiguo, se deslindó de las acusaciones de extorsión presentadas por la Federación Mexicana de Fútbol (Femexfut), en un comunicado que resonó como un grito de defensa ante la tormenta mediática.

“¡No permitiremos que la sombra de la sospecha caiga sobre nosotros!”, parecían proclamar las palabras de las Comisionadas Norma Julieta del Río Venegas, Blanca Lilia Ibarra Cadena, Josefina Román Vergara y el Comisionado Presidente Adrián Alcalá Méndez. Con la firmeza de quienes defienden un legado, reprobaron los presuntos actos de extorsión que, según algunos medios, involucraban a servidores públicos del Inai. “Nos deslindamos de tales presunciones”, declararon, como si estuvieran arrancando de raíz las acusaciones que intentaban enredarse en su historia.

Pero el drama no terminaba ahí. El Inai, con la determinación de un héroe que busca justicia, exigió que se llegara hasta las últimas consecuencias. “Estaremos atentos”, advirtieron, como si el destino de la verdad dependiera de su vigilancia. Las autoridades competentes, ahora bajo la mirada implacable del Inai, tendrían que desentrañar los hilos de este caso que parecía sacado de una trama de intriga política.

La chispa que encendió este incendio fue la publicación de EL UNIVERSAL, que reveló cómo la Femexfut y algunos funcionarios del Inai habrían intentado tejer una red de presión y extorsión. Iñigo Riestra, secretario general de la Femexfut, con la voz de quien ha sido testigo de una traición, manifestó su disposición a colaborar con la investigación. Pero el escándalo no se detenía ahí. Según las revelaciones, algunos funcionarios del Inai habrían presionado a los dirigentes de la Femexfut para que contrataran oficinas legales afines, en un intento desesperado por suavizar las sanciones que podrían caer sobre el organismo deportivo.

¿El motivo? Las investigaciones sobre la recopilación de datos personales mediante el mecanismo Fan ID, realizado sin el consentimiento de los titulares. Un acto que, en sí mismo, ya era una bomba de tiempo. Pero ahora, con las acusaciones de extorsión, el caso se convertía en un laberinto de secretos, presiones y decisiones que podrían cambiar el rumbo de la justicia en México.

El mundo observaba, expectante, mientras el Inai y la Femexfut se enfrentaban en una batalla que trascendía lo legal para convertirse en un duelo de reputaciones. ¿Quién saldría victorioso? ¿Qué más se escondía detrás de este caso que parecía no tener fin? Solo el tiempo lo diría, pero una cosa era segura: este era un capítulo que quedaría grabado en la historia de la transparencia y el fútbol en México.

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