México y Costa Rica fortalecen lazos para abordar la migración

Queridos míos, hoy les traigo una noticia que nos recuerda la importancia de trabajar juntos, con paciencia y entendimiento, para resolver los desafíos que nos tocan vivir. Resulta que los cancilleres de México y Costa Rica, Juan Ramón de la Fuente y Arnoldo André Tinoco, tuvieron una charla muy amena y productiva sobre un tema que nos afecta a todos: la migración.

En estos tiempos, donde el mundo parece moverse tan rápido, es reconfortante ver que nuestros países siguen apostando por el diálogo y la cooperación. Hablaron de cómo pueden colaborar mejor para atender este fenómeno, que no es nuevo, pero que requiere de mucha sabiduría y corazón para manejarlo.

Además, aprovecharon la ocasión para reafirmar los lazos que unen a México y Costa Rica, esos lazos que, como los de una familia, se fortalecen con el tiempo y el respeto mutuo. Acordaron trabajar juntos para reactivar las comisiones del Consejo del Acuerdo de Asociación Estratégica, algo que, aunque suene un poco técnico, no es más que una muestra de que, cuando hay voluntad, todo es posible.

Y, ¿saben qué más? Costa Rica participó recientemente en una reunión sobre movilidad humana en la Ruta Norte del Continente, celebrada aquí en nuestra querida Ciudad de México. Esto nos recuerda que, aunque los caminos sean difíciles, siempre es mejor transitarlos acompañados.

Por último, les cuento que esta conversación se dio justo después de que se cancelara una reunión urgente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), donde también participan México y Costa Rica. A veces, la vida nos enseña que no todo sale como lo planeamos, pero eso no significa que debamos perder la calma. Al contrario, es en esos momentos cuando más debemos confiar en la paciencia y en la capacidad de encontrar soluciones juntos.

Así que, queridos míos, les dejo esta reflexión: en un mundo que a veces parece dividido, el diálogo y la cooperación son como esa taza de café caliente que nos reconforta en las tardes frías. Nos recuerdan que, con amor y comprensión, todo es más llevadero.