Internacional
Kennedy se enfrenta a preguntas incómodas sobre salud y vacunas

Bueno, aquí tenemos a Robert F. Kennedy Jr., el nominado estrella para ser el próximo jefe de Salud y Servicios Humanos, en lo que podría ser la audiencia de confirmación más incómoda desde que tu tío intentó explicar por qué no fue a tu graduación. El tipo, que aspira a liderar una agencia de 1.7 billones de dólares (sí, con “b” de “¿en serio?”), se enfrentó a preguntas sobre Medicaid y Medicare que, aparentemente, no estaba preparado para responder. Spoiler: no fue su mejor momento.
El senador republicano Bill Cassidy, que además de ser médico tiene el voto que Kennedy necesita, le lanzó preguntas como si estuviera en un episodio de *¿Quién quiere ser millonario?* pero sin los comodines. Kennedy, por su parte, intentó esquivar las preguntas como si estuviera en una clase de yoga avanzada. “No tengo una propuesta amplia para desmantelar el programa”, dijo, lo cual es básicamente como decir “no sé, pero confíen en mí”.
Pero no todo fue confusión. Kennedy también soltó algunas perlitas, como afirmar que Medicaid es financiado completamente por el gobierno federal (spoiler: no lo es) y que la mayoría de los estadounidenses tienen un plan Medicare Advantage (spoiler: solo 1 de cada 10). Vamos, que si esto fuera un examen, Kennedy estaría pidiendo puntos por creatividad.
Y luego llegó el tema de las vacunas. Kennedy, que ha pasado años cuestionando su seguridad, intentó convencer a todos de que no es antivacunas. “Mis hijos están vacunados”, dijo, como si eso fuera suficiente para borrar años de tweets y entrevistas donde ha insinuado que las vacunas son el mal encarnado. El senador demócrata Ron Wyden no se lo tragó y le recordó que ha pasado años promoviendo teorías contradictorias sobre las vacunas. Vamos, que si las vacunas fueran un meme, Kennedy sería el tipo que las comparte sin verificar la fuente.
Para cerrar con broche de oro, Kennedy aseguró que no quiere prohibir nada, ni vacunas ni comida. “Si te gusta una hamburguesa de McDonald’s y una Coca-Cola Light como a mi jefe, deberías poder conseguirlas”, dijo. Porque, claro, lo que todos necesitamos es que el futuro jefe de Salud nos asegure que podemos seguir comiendo comida basura. Gracias, Bob.
En resumen, esta audiencia fue como ver un episodio de *The Office*, pero en versión política: incómoda, llena de errores y con un final que deja más preguntas que respuestas. ¿Qué sigue? Quién sabe, pero seguro será igual de entretenido.