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El circo de los comités judiciales y la tómbola de candidatos

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Ah, la democracia en su máxima expresión: los comités de Evaluación de los poderes Ejecutivo y Legislativo tienen hasta mañana para publicar sus listas de aspirantes a cargos judiciales. ¿Y qué hace falta para ser considerado “idóneo”? Bueno, según parece, un poco de probidad, algo de honestidad, un historial académico impresionante y, por supuesto, un ensayo que probablemente nadie leerá con atención. ¡Pero ojo! Solo 310 afortunados podrán ser finalistas para los 31 cargos superiores. ¿Y los otros 5,100? Bueno, ellos competirán por los 850 puestos restantes. Aunque, claro, podrían ser menos. Porque, ¿para qué complicarse con números exactos?

Luego viene la parte más emocionante: la insaculación, o como yo la llamo, la tómbola de la justicia. Sí, porque nada dice “selección imparcial” como sacar nombres de una urna. Así, el 4 de febrero, los comités decidirán quiénes pasan a la siguiente ronda. Solo 93 afortunados para los puestos superiores y hasta 1,500 para los demás. ¿Y quién decide al final? Pues el Congreso y la Presidenta Claudia Sheinbaum, porque, claro, la Constitución lo permite. ¿Qué podría salir mal?

Pero no nos emocionemos demasiado. La Suprema Corte de Justicia podría no aprobar a los candidatos propuestos por el Senado. Así que, en el peor de los casos, los únicos que aparecerán en las boletas serán los contendientes del Ejecutivo y Legislativo, más algunos jueces en funciones que decidieron participar. ¿Y los más de 22,000 registrados inicialmente? Bueno, la mayoría fueron eliminados en un proceso altamente discrecional. Porque, ¿para qué ser transparentes cuando puedes ser arbitrario?

En el Ejecutivo, la convocatoria fue tan vaga que básicamente decía: “Buscamos gente honesta y con experiencia, pero no les diremos cómo lo medimos”. Y las entrevistas públicas, que supuestamente debían ser realizadas por los cinco integrantes del comité, en muchos casos no lo fueron. ¿Sorprendido? Yo no.

En el Legislativo, las cosas fueron un poco más estructuradas: 40 puntos por méritos académicos, 30 por experiencia profesional y 30 por honestidad y buena fama. ¿Y qué pasa si sacas más de 80 puntos? Pues pasas a una entrevista virtual con el comité. ¡Felicidades! Aunque, sinceramente, no sé qué es más absurdo: el sistema de puntuación o el hecho de que 7,060 personas lograron superar el umbral.

Y no olvidemos al Comité del Poder Judicial Federal, que tenía un proceso aún más detallado, incluyendo un examen escrito. Pero, oh sorpresa, el proceso se detuvo el 7 de enero por orden de un juez. Así que ahora el Senado tiene que asumir sus funciones, insacular a los 1,046 aspirantes elegibles y enviar las candidaturas a la Corte para su aprobación. ¿Y el Senado? Pues tiene que concentrar todas las candidaturas y enviarlas al INE antes del 12 de febrero.

En resumen, este proceso es como un reality show judicial, lleno de giros inesperados, reglas confusas y un final que nadie puede predecir. ¿El premio? Un cargo en el sistema judicial. ¿El costo? La credibilidad del sistema. ¡Disfruten el espectáculo!

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