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Ecuador impone aranceles a México en un drama comercial digno de Netflix

Ah, sí, porque nada dice “diplomacia moderna” como un buen drama de aranceles. Este lunes, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, decidió que la mejor manera de presionar a México para firmar un tratado de libre comercio era imponer un arancel del 27% a todos los productos importados desde el país azteca. ¿Un 27%? Ni los impuestos de una app de delivery son tan altos.
Pero, ojo, esto no es una idea original de Noboa. Parece que se inspiró en su colega estadounidense, Donald Trump, quien hace unos años decidió que imponer aranceles del 25% a México y Canadá era la forma más *presidencial* de resolver problemas. ¿Coincidencia? No lo creo.
El tema es que México y Ecuador llevan años en una especie de tira y afloja comercial. En 2022 estuvieron a punto de firmar un acuerdo, pero todo se fue al traste porque México no quiso liberar los aranceles al camarón y al plátano. Sí, camarón y plátano. Parece el menú de un restaurante hipster, pero no, es la razón por la que dos países no pueden llevarse bien.
Según cifras de la Secretaría de Economía, el balance comercial entre ambos países fue de 108 millones de dólares hasta noviembre del año pasado. Y aunque Ecuador solo representa el 0.059% del mercado mexicano, parece que ese pequeño porcentaje es suficiente para armar un lío.
Ahora, ¿qué compra México a Ecuador? Pues, básicamente, de todo menos paz mental. Aquí va la lista de productos que cruzan el océano para llegar a nuestras manos:
– Artículos de confitería sin cacao (porque el cacao es demasiado mainstream).
– Chocolate blanco (que, seamos honestos, ni siquiera es chocolate).
– Conservas de pescado y caviar (para esos días en que te sientes fancy).
– Crustáceos y moluscos (porque alguien tiene que comerlos).
– Pan, galletas y pasteles (carbohidratos sin fronteras).
– Placas y láminas (¿alguien sabe para qué sirven?).
– Poliesteroles (sí, eso existe).
– Artículos para embalaje (porque hasta las cajas necesitan ser importadas).
– Partes de motores eléctricos y generadores (para que no se nos apague el Netflix).
– Productos químicos (nada sospechoso, claro).
– Productos de madera, cartón y cajas (¿alguien dijo Amazon?).
– Autopartes y accesorios para vehículos (porque el tráfico no se va a arreglar solo).
Y, por supuesto, no pueden faltar los productos agroindustriales: flores, hortalizas cocidas o congeladas, frutas y follajes. Básicamente, todo lo que necesitas para montar un jardín zen o una ensalada gourmet.
En resumen, este lío comercial entre México y Ecuador es como un capítulo de una serie de Netflix: tiene drama, decisiones cuestionables y un montón de productos raros de por medio. ¿Quién necesita ficción cuando la realidad es tan entretenida?