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La desaparición de un empresario que conmociona a Mazatlán

En el corazón de Mazatlán, una ciudad que alguna vez fue sinónimo de belleza y tranquilidad, una sombra oscura se cierne sobre sus calles. Sergio Roberto Guzmán Gárate, un hombre de 65 años, reconocido por su labor en el sector inmobiliario y su compromiso con causas humanitarias, desapareció sin dejar rastro el pasado 9 de enero. Desde entonces, su familia, amigos y una comunidad entera han sido consumidos por la angustia y el desespero.
El reloj marcaba las 16:00 horas cuando Sergio fue visto por última vez en La Marina, un sector que combina el lujo residencial con el encanto turístico. Vestía una camisa de lino blanca con franjas azules, pantalones caqui, zapatos café, un Apple Watch bronce y un anillo de oro. Detalles que ahora son pistas cruciales en una búsqueda que parece no tener fin.
Ese mismo día, prometió a su familia que llegaría a casa para compartir la comida. Pero las horas pasaron, los mensajes de WhatsApp quedaron sin respuesta y su teléfono dejó de sonar. La desesperación se apoderó de su esposa e hijos, quienes ahora claman al cielo por su regreso.
En redes sociales, los llamados de auxilio se han multiplicado. Videos y mensajes se viralizan, mientras la comunidad empresarial, consternada y temerosa, se organiza para exigir mayor seguridad y justicia. “Aún no tenemos respuesta de los captores”, confiesa una fuente cercana al caso, mientras las autoridades intentan mantener la calma en medio del caos.
Samantha Guzmán, hija del empresario e influencer gastronómica con más de 489 mil seguidores en TikTok, ha alzado su voz con lágrimas en los ojos. “Mi papá diario llegaba a comer a la misma hora. Avisó que llegaría a las 4 y nunca más volvió”, relata con un nudo en la garganta. “Es una persona trabajadora, conocida y resiliente. Esto es una injusticia”.
Con el corazón destrozado, Samantha suplica a las autoridades estatales y federales que actúen. “Mi papá está enfermo del corazón y tiene diabetes. Por favor, ayúdennos a traerlo de vuelta con sus hijos, nietos y esposa”. Su voz, cargada de dolor, resuena como un eco en medio de la violencia que azota a Sinaloa desde septiembre pasado, cuando una disputa entre cárteles del narcotráfico desató el caos.
“Esto no es lo que representa Sinaloa”, clama Samantha, quien ha dedicado su vida a promocionar la gastronomía y la belleza de su tierra. “Lo único que pido es que frene esta violencia que está acabando con la vida de inocentes como mi papá. Todos queremos vivir en paz”.
Mientras tanto, las autoridades intentan mantener la esperanza. Verona Hernández, vocera de la Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa, asegura que se ha activado la ficha de búsqueda y se atiende el caso con urgencia. Feliciano Castro Meléndrez, secretario general del Gobierno, afirma que el gobernador Rubén Rocha Moya está al tanto de la situación.
Pero en la casa de los Guzmán, el tiempo se detuvo. “Estamos vueltos locos”, confiesa Samantha, mientras el reloj sigue avanzando y las respuestas brillan por su ausencia. En Mazatlán, una ciudad que lucha por mantener su esplendor, la desaparición de Sergio Roberto Guzmán Gárate es un recordatorio de que, en medio de la belleza, también hay dolor. Y que, a veces, el destino de un hombre puede conmover a todo un pueblo.