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Nacional

Ataque sangriento en Morelia deja tres muertos y un herido en bares

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La noche en Morelia, Michoacán, se tiñó de rojo. Una ola de violencia despiadada sacudió la ciudad, dejando un rastro de muerte y desolación. Tres almas perdidas y un herido fueron el saldo de una madrugada que jamás olvidarán quienes la vivieron.

Todo comenzó en los primeros minutos del día, cuando el silencio de la noche fue roto por el estruendo de las armas. La Unidad de Servicios Periciales y Escena del Crimen (USPEC) acudió al bar Kandy’s, ubicado en la Avenida Madero, en la colonia La Quemada. Allí, sobre la fría acera, yacía el cuerpo sin vida de un hombre, marcado por las heridas de bala que le arrebataron la vida. La escena era desgarradora, un presagio de lo que vendría.

Pero el horror no terminó ahí. En el Boulevard García de León, en la Colonia Chapultepec Sur, el bar Punta Cometa se convirtió en el escenario de otra tragedia. Dos hombres cayeron bajo el fuego implacable de sus atacantes, sus vidas truncadas en un instante. La cerca del lugar fue testigo mudo de este doble homicidio, un acto que dejó a la comunidad en shock.

Los cuerpos fueron trasladados al Servicio Médico Forense (Semefo), donde se realizarían las necropsias y los protocolos de identificación. Cada paso era crucial, cada detalle, una pieza más en este rompecabezas de muerte.

Y como si el destino quisiera añadir más dolor, en el bar Excesso, ubicado en Periférico República, Leonardo O., de 39 años, fue alcanzado por un disparo. Su vida pendía de un hilo, mientras dos vehículos cercanos quedaban destrozados, testigos mudos de la furia desatada.

La Fiscalía no tardó en actuar. En los tres lugares intervenidos, se aseguraron las escenas, se fijaron y recolectaron indicios balísticos calibre 9 mm. Cada casquillo, cada marca, era una pista que podría llevar a los responsables de esta masacre.

Morelia, una ciudad que alguna vez respiró paz, ahora respiraba miedo. La pregunta quedaba flotando en el aire: ¿quién sería el próximo? El destino de muchos parecía estar en juego, y la justicia, aunque lenta, no descansaría hasta encontrar respuestas.