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América Latina y el Caribe reducen el hambre, pero el clima y la desigualdad siguen acechando

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América Latina y el Caribe están dando pasos importantes en la lucha contra el hambre, y no, no es un *plot twist* de una película de Netflix. Por segundo año consecutivo, la región ha logrado reducir los indicadores de hambre, convirtiéndose en la única zona del mundo con esta tendencia positiva. Mario Lubetkin, el subdirector general de la FAO (sí, esa organización que siempre aparece en los documentales de la BBC), presentó el informe “Panorama de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición”, y básicamente dijo: “Hey, hemos sacado a 4.5 millones de personas del hambre, pero aún hay 41 millones que siguen pasando hambre. No nos emocionemos demasiado”.

Ahora, aquí viene la parte incómoda: las desigualdades siguen siendo el *villano* de esta historia. Las mujeres, las comunidades rurales y las poblaciones vulnerables son las que más sufren. Y aunque la región es una potencia en producción de alimentos, el costo de una dieta saludable es el más alto del mundo. O sea, producimos comida como si fuera un *buffet* infinito, pero no todos pueden pagar el ticket de entrada.

Pero espera, hay más. La desnutrición crónica, el sobrepeso y la obesidad están haciendo de las suyas, afectando desproporcionadamente a ciertos grupos. En algunos países, los niños menores de 5 años tienen problemas de bajo peso y talla, mientras que la obesidad en adultos y niños supera el promedio global. ¿Cómo es posible que en la misma región convivan estos dos extremos? Parece el guion de una serie dramática con demasiados *plot twists*.

Y si eso no fuera suficiente, el cambio climático está aquí para arruinar la fiesta. Sequías, inundaciones y tormentas están afectando la producción y el acceso a los alimentos. El 74% de los países de la región están expuestos a eventos climáticos extremos, y el 52% son vulnerables a impactos negativos en su seguridad alimentaria. Básicamente, el clima está jugando en modo difícil, y no tenemos suficientes *power-ups* para enfrentarlo.

Lubetkin también mencionó que la recuperación económica post-pandemia, el aumento del gasto público en protección social y el impulso del comercio internacional han ayudado a reducir el hambre. Pero, ¿será suficiente? Con el clima en modo caos y las desigualdades acechando, mantener esta tendencia positiva es como intentar mantener el equilibrio en una bicicleta con una rueda pinchada.

En resumen: América Latina y el Caribe están haciendo progresos, pero el camino sigue lleno de baches. Y mientras tanto, el cambio climático y la desigualdad siguen ahí, como esos personajes secundarios que siempre complican la trama. ¿Lograremos un final feliz? Quién sabe, pero al menos estamos intentándolo.

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