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Nacional

Ciudad Juárez espera deportaciones masivas que nunca llegan

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Ah, Ciudad Juárez, ese lugar donde el drama fronterizo parece sacado de una telenovela con más giros que un tiovivo. Resulta que, a pesar de que el señor Donald Trump amenazó con una avalancha de deportaciones masivas, la realidad es que las cifras están más flojas que un chicle pegado en el sol. Sí, amigos, las autoridades locales y estatales han confirmado que el flujo de migrantes deportados no ha aumentado. ¿Será que Trump se quedó sin batería en su megáfono?

En una reunión llamada “Mesa Estatal de Construcción de Paz” (porque, claro, nada dice “paz” como hablar de deportaciones), se informó que solo 1,891 personas han sido retornadas a México por la frontera de Chihuahua. De esas, 1,617 pasaron por Ciudad Juárez y 274 por Ojinaga. Vamos, ni para llenar un estadio de fútbol. El alcalde de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, salió a decir que no hay un aumento en las deportaciones, pero que, por si acaso, los tres niveles de gobierno están “preparados”. Preparados, ¿para qué? ¿Para recibir a nadie?

Y aquí viene lo mejor: resulta que Estados Unidos ahora está enviando a los migrantes directamente a sus países de origen en avión. Sí, como si fueran paquetes de Amazon Prime. “Es positivo”, dice el alcalde, porque así no llegan todos a la frontera. Claro, porque nada dice “bienvenido” como un vuelo directo a tu país sin escalas. “Si eres de Colombia, vas a Colombia; si eres de Guatemala, vas a Guatemala; y si eres de México, eres bienvenido”, dijo Pérez Cuéllar, citando el programa “México te Abraza”. ¿Abrazo o patada? Eso ya depende de cómo lo veas.

Mientras tanto, en Ciudad Juárez ya tienen listo un mega albergue con capacidad para 2,500 migrantes. Un albergue que, por ahora, está más vacío que la agenda de un político en año electoral. ¿Será que las deportaciones masivas son como el Yeti: todos hablan de ellas, pero nadie las ha visto?

En fin, la situación está tranquila, pero no nos confiemos. Después de todo, en la frontera, lo único constante es la imprevisibilidad. Y mientras tanto, Ciudad Juárez sigue esperando esa ola de deportaciones que, al parecer, está más perdida que un turista sin Google Maps.