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El arte ancestral de las máscaras de cera que conquista el mundo

En el corazón de Acuexcómac, un pequeño poblado que parece detenido en el tiempo, late el alma de una tradición que ha resistido el paso de los años. Desde hace más de cuatro décadas, la familia **González López** ha dedicado su vida a un arte que trasciende fronteras: la creación de **máscaras de cera**, piezas únicas que cobran vida en los carnavales de México y más allá.
En el taller de **Fernando González**, el aire está cargado de historia y pasión. Más de 600 máscaras, cada una con su propia identidad, esperan ser entregadas a clientes que las portarán con orgullo en las festividades que están por comenzar. Estas obras maestras, que pueden costar desde 2,500 hasta 6,000 pesos, son el resultado de un proceso meticuloso que inicia con un molde de tela o cemento y yeso, recubierto con una fusión de cera que les otorga una flexibilidad casi mágica.
Pero no se trata solo de cera y moldes. Cada máscara es una historia, un homenaje a la sátira y la tradición. Inspiradas en la burla a **Maximiliano de Habsburgo**, el efímero emperador de México, estas piezas llevan barbas de cola de caballo que evocan a los “viejos barbones”, personajes que han danzado en la memoria colectiva de generaciones.
El proceso no termina ahí. Cada máscara es adornada con pedrería y bordados en canutillo de oro y plata, materiales que llegan desde Europa para dar vida a estas obras de arte. Un solo día de trabajo intenso es necesario para crear una sola pieza, pero el resultado es una explosión de color y detalle que deja sin aliento a quien la contempla.
**Fernando González**, heredero de este legado, no está solo en esta misión. Su hijo, Kevin Ariel, de apenas 19 años, ya es conocido como maestro mascarero, demostrando que la tercera generación está lista para continuar con esta tradición. Juntos, lideran un taller donde 35 personas trabajan incansablemente durante todo el año, creando no solo máscaras, sino también trajes bordados que pueden alcanzar precios de más de 100,000 pesos.
La creatividad de los González López no conoce límites. Desde máscaras estilo **chinelo** para Morelos, hasta calaveras que viajan a Nueva York para Halloween, o samuráis para Puebla y catrinas para festejos nacionales e internacionales, su arte es un referente en el mundo.
“Para nosotros es un honor continuar con este legado”, confiesa Fernando, mientras sus manos moldean una nueva pieza. “Cada máscara es única, cada una lleva un pedazo de nuestra historia y nuestra pasión”.
En este rincón de México, donde la cera se convierte en arte y el arte en tradición, la familia González López sigue escribiendo un capítulo que parece no tener fin. Un legado que, como las máscaras que crean, está destinado a perdurar en el tiempo, llevando consigo la esencia de un pueblo y la magia de un oficio que conquista corazones en todo el mundo.