Internacional
El caos aéreo del Potomac y la búsqueda de respuestas

Ah, el río Potomac, ese hermoso escenario de paseos románticos y… bueno, restos de aviones y helicópteros. Porque, ¿qué mejor lugar para un choque aéreo que justo encima de uno de los ríos más icónicos de Estados Unidos? El lunes, un ejército de rescatistas (literalmente, más de 300) se presentó en el lugar para sacar los pedazos de lo que alguna vez fueron un avión de American Airlines y un helicóptero Black Hawk del Ejército. ¿El resultado? Un desastre que no se veía desde 2001. ¡Qué nostalgia!
Las autoridades, con su habitual optimismo, ya han identificado 55 de las 67 víctimas. John Donnelly, el director de bomberos de Washington, asegura que encontrarán a todos. Claro, porque si hay algo que inspira confianza, es ver una grúa flotando en el río al amanecer. Los buzos, por su parte, están siguiendo los protocolos al pie de la letra: si encuentran restos humanos, hacen una pausa. Porque, obviamente, lo más importante es la “recuperación digna”. ¿Qué es eso exactamente? Bueno, nadie lo sabe, pero suena bien.
El avión, que venía de Wichita, Kansas, estaba a punto de aterrizar cuando ocurrió el choque. El helicóptero, por su parte, estaba en un vuelo de entrenamiento. ¿Ironía? Total. No hubo sobrevivientes. Entre las víctimas había patinadoras de hielo que regresaban de un campeonato y un grupo de cazadores que volvían de una excursión. ¿Qué estaban haciendo en el mismo espacio aéreo? Eso es lo que las autoridades están tratando de averiguar. Spoiler: las investigaciones completas tardarán un año o más. Pero no se preocupen, tendrán un informe preliminar en 30 días. ¡Qué eficiencia!
Mientras tanto, los familiares de las víctimas fueron llevados en autobuses (con escolta policial, porque nada dice “condolencias” como un convoy oficial) a la orilla del río. Allí, pudieron contemplar el lugar donde sus seres queridos cayeron al agua. ¿Reconfortante? No tanto.
Los expertos, por su parte, insisten en que los viajes aéreos son seguros. Claro, excepto cuando no lo son. Y el espacio aéreo sobre el aeropuerto Reagan, según dicen, es complicado incluso para pilotos experimentados. ¿Entonces por qué no lo hacen más fácil? Buena pregunta. Pero, hey, al menos tenemos un nuevo récord: el peor accidente aéreo en suelo estadounidense desde 2001. ¡Enhorabuena!
En fin, mientras los restos de las aeronaves son llevados a un hangar para ser investigados, el río Potomac sigue fluyendo, indiferente a la tragedia. Porque, al final, la naturaleza siempre gana. Y nosotros, los humanos, seguimos aquí, intentando entender cómo dos máquinas voladoras terminaron chocando en pleno vuelo. ¿Fue un error humano? ¿Un fallo técnico? ¿O simplemente el universo recordándonos que, a veces, el caos es inevitable? Quién sabe. Pero mientras tanto, el Potomac sigue ahí, esperando a que alguien más cometa un error.