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El circo judicial: elecciones, suspensiones y boletas que nadie entiende

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Ah, el Poder Judicial, ese lugar donde las decisiones se toman con la misma claridad que un laberinto en la oscuridad. En medio de una guerra de criterios legales que parece más un reality show que un proceso serio, la elección de los jueces, magistrados y ministros de la Federación sigue su curso. O eso creemos, porque nadie parece tener muy claro qué está pasando.

La elección, que por primera vez en la historia será decidida por el voto popular (sí, porque ¿qué podría salir mal?), ha estado en el ojo del huracán político. Morena y sus aliados promovieron esta reforma, y ahora todos estamos pagando el precio de ver cómo se desenvuelve este drama. El Comité de Evaluación del Poder Judicial, en un acto de rebeldía digno de una telenovela, suspendió su proceso de selección de candidatos el 7 de enero. ¿La razón? Un juez dijo “alto ahí”, y ellos, obedientemente, pararon. Pero, oh sorpresa, los comités del Poder Legislativo y Ejecutivo decidieron ignorar la orden y seguir adelante. ¿Coordinación entre poderes? Nah, eso es para los débiles.

El Tribunal Federal Electoral (TEPJF), en un intento por poner un poco de orden (o quizás solo para complicar más las cosas), dio un plazo de 24 horas al Comité Evaluador para reactivar su proceso. Tres votos a favor, dos en contra. ¿Qué harían sin el drama de las votaciones divididas? Mónica Soto, la presidenta del TEPJF, lideró esta decisión, mientras otros magistrados argumentaban que el juez que ordenó la suspensión se había pasado de listo. Janine Otálora y Reyes Rodríguez, por su parte, sugirieron que la Suprema Corte debería resolver este lío. ¿Por qué resolverlo rápido cuando podemos alargarlo con más trámites?

Pero el Comité del Poder Judicial, en un giro inesperado, decidió no acatar la orden y, en su lugar, iniciar una controversia ante la SCJN. Porque, claro, ¿para qué resolver algo cuando puedes pedirle a alguien más que lo haga? El TEPJF, mientras tanto, se mantiene en silencio, esperando a que alguien les diga qué hacer. “No haremos pronunciamientos públicos hasta que se cumplan los plazos”, dijeron. Traducción: “No tenemos idea, pero no queremos admitirlo”.

Mientras tanto, el INE sigue adelante con su misión de definir las boletas electorales, que son tan complicadas que probablemente necesitemos un doctorado en derecho para entenderlas. El 23 de enero, en otra votación dividida (porque las unánimes son aburridas), los consejeros aprobaron las boletas que especifican las materias por las que compiten los candidatos. ¿Penal, administrativo o civil? ¿Quién sabe? Lo importante es que los ciudadanos tendrán que elegir entre 5,379 cargos, el 95% de los cuales son jueces de distrito y magistrados de circuito. ¿Alguien más siente que esto es como elegir el menú de un restaurante con 500 páginas?

Y para cerrar con broche de oro, la presidenta Claudia Sheinbaum advirtió que quien no acate las decisiones podría enfrentar sanciones. Porque, obviamente, lo que este proceso necesita es más presión y menos claridad. En resumen, el circo judicial sigue en pie, y nosotros, los espectadores, solo podemos reír (o llorar) mientras vemos cómo se desarrolla este enredo digno de una tragicomedia.

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