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El INAI niega implicación en presunta extorsión por boletos del Mundial 2026

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En un giro que sacudió los cimientos de la transparencia y la ética en México, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) se vio envuelto en un escándalo que amenazó con manchar su reputación. La Federación Mexicana de Fútbol (FMF) lanzó una acusación que resonó como un trueno en medio de la calma: funcionarios del INAI habrían solicitado boletos para el Mundial 2026 a cambio de reducir multas millonarias.

El comisionado presidente del INAI, Adrián Alcalá, tomó la palabra en un Pleno cargado de tensión. Con voz firme y mirada desafiante, leyó un posicionamiento que resonó como un grito de inocencia en medio de la tormenta. “Los comisionados somos ajenos a estos hechos de corrupción”, declaró, mientras los ecos de sus palabras parecían desafiar a los oscuros rumores que se esparcían como sombras.

Junto a él, Norma Julieta del Río, Blanca Lilia Ibarra y Josefina Román, los otros pilares del Pleno, alzaron sus voces en un coro de repudio hacia los presuntos actos de extorsión. “Reprobamos estas irregularidades y nos deslindamos de tales presunciones”, afirmaron, mientras el peso de sus palabras parecía equilibrar la balanza de la justicia.

Pero la trama no terminaba ahí. La FMF, con Íñigo Riestra al frente, había denunciado ante el Órgano Interno de Control del INAI que Jonathan Mendoza Iserte, secretario de Datos Personales, y Miguel Novoa Gómez, director general de Sanciones, habrían sido los artífices de esta trama. Según la denuncia, estos funcionarios no solo solicitaron boletos, sino que sugirieron un despacho para gestionar la reducción de las multas impuestas a la FMF en 2022, que ascendían a 15 y 23 millones de pesos por violaciones a la Ley de Protección de Datos Personales en la implementación del sistema Fan ID.

El Fan ID, ese sistema que guarda los datos biométricos y personales de los aficionados, se convirtió en el epicentro de una batalla que trascendía el fútbol. Era una lucha por la integridad, por la transparencia, por el futuro mismo de la confianza pública.

El INAI, con la solemnidad de quien sabe que el destino de su credibilidad pende de un hilo, pidió que se llegara “hasta las últimas consecuencias”. Prometió estar atento a los procesos de las autoridades competentes, como un vigía que no permitirá que la verdad se pierda en la oscuridad.

Y así, en medio de acusaciones, negaciones y un aire de misterio que envolvía cada palabra, el escándalo del INAI y la FMF se convirtió en un capítulo más de la eterna lucha entre el poder y la ética. Un drama que, como en las mejores historias, dejó a todos preguntándose: ¿quién tiene la razón? ¿Dónde está la verdad? Y, sobre todo, ¿qué vendrá después?

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