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Garduño y el arte de eludir responsabilidades en el incendio del INM

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Ah, sí, el famoso incendio en la Estancia Provisional del Instituto Nacional de Migración (INM) en Ciudad Juárez. ¿Recuerdan? Ese evento trágico que dejó 40 migrantes muertos, 27 sobrevivientes con lesiones permanentes y 15 mujeres con secuelas psicoemocionales. Pero no se preocupen, porque Francisco Garduño, el comisionado del INM, está aquí para enseñarnos cómo eludir responsabilidades con estilo.

Casi dos años después del desastre, más de 100 organizaciones de la sociedad civil y defensores de derechos humanos han decidido que ya es suficiente. ¿Su demanda? Justicia. Sí, esa cosa que parece tan difícil de conseguir cuando hay funcionarios que prefieren jugar al escondite con la ley. Garduño, en su papel de maestro del escapismo, ha solicitado por tercera vez un recurso de suspensión condicional del proceso. ¿El objetivo? Evitar su responsabilidad penal por el delito de ejercicio ilícito del servicio público. ¡Qué sorpresa!

Pero no se crean que esto es nuevo. Oh, no. Garduño ya tiene experiencia en esto de proponer pagar daños materiales para lavarse las manos. Claro, porque reparar un edificio quemado es lo mismo que compensar a las familias de las víctimas y a los sobrevivientes, ¿verdad? ¿Quién necesita una reparación integral del daño cuando puedes simplemente escribir un cheque y decir “aquí tienes, arregla tu vida”?

Las organizaciones no solo piden la destitución inmediata de Garduño, sino también una reforma al INM. Porque, ¿saben qué es más divertido que un incendio? ¡Catorce incendios! Sí, durante la administración de Garduño, de 2019 a 2023, se registraron 14 incendios en instalaciones del INM. ¿Coincidencia? Quizás. ¿Negligencia? Más probable.

Además, el INM parece haberse convertido en una especie de club militarizado donde la corrupción y los abusos a los derechos humanos son el pan de cada día. Las organizaciones exigen que esta entidad deje de actuar como si fuera una agencia de seguridad nacional y se concentre en lo que debería hacer: gestionar la migración de manera eficiente y humana. ¡Qué locura, ¿no?!

Y por si fuera poco, el proceso penal ha estado lleno de irregularidades. Desde resoluciones apresuradas hasta la restricción de la participación de la sociedad civil en la representación de las víctimas. Pero, claro, Garduño sigue usando recursos públicos para cumplir con sus obligaciones judiciales, como comparecer ante los juzgados federales cada 15 días. Porque, ¿qué mejor manera de gastar el dinero de los contribuyentes que en salvar el pellejo de un funcionario acusado?

En resumen, este caso es un ejemplo perfecto de cómo la justicia puede convertirse en un laberinto burocrático donde los responsables siempre encuentran una salida. Mientras tanto, las víctimas y sus familias siguen esperando respuestas. Pero, hey, al menos Garduño tiene su suspensión condicional. ¿Quién necesita justicia cuando tienes un buen abogado, verdad?