Karyme Lozano quiere dejar de llorar y pasar a reír en la pantalla

Ah, Karyme Lozano, la reina de las lágrimas en las telenovelas, ha decidido que ya está harta de llorar. Sí, esa misma que nos ha hecho derramar lagrimones con sus melodramas ahora quiere que la veamos reír. ¿Qué pasó? ¿Se le acabó el suero fisiológico para las escenas dramáticas? Después de incursionar en la comedia con pequeños papeles, como en la película *¡Qué Viaje Con Papá!* junto a Rob Schneider (sí, el mismo que hace películas que o amas o detestas), Karyme quiere que la tomen en serio para proyectos más alegres.

“Tengo muchas ganas de hacer comedia, pero no me llaman para hacerla”, dice con un suspiro que probablemente también podría usarse en una escena de telenovela. Agradece que a los productores y al público les guste su trabajo dramático, pero parece que nadie la ve como la próxima comedianta. ¿Será que la tienen etiquetada como “la que llora bien”?

Y no es que no lo haga con pasión. “Yo lloro de corazón en las telenovelas”, confiesa, como si fuera una atleta olímpica del drama. Pero claro, tanta emoción le cansa. Protagonista de melodramas como *Niña Amada Mía* y *Tres Mujeres*, esta actriz de 46 años ahora quiere enfocarse en su faceta como productora y directora. ¿Por qué? Porque, según ella, el mundo está “de cabeza” y necesita más mensajes de esperanza. ¡Qué noble!

En 2023, produjo el documental *Guadalupe: Madre de la Humanidad*, que estuvo en cartelera casi dos meses. “Son esos proyectos que valen la pena”, dice, como si el resto de su carrera fuera un mero pasatiempo. Aunque asegura que su familia es su prioridad, Karyme no para de trabajar. Actualmente graba la telenovela *Me Atrevo a Amarte* y ya está escribiendo el guion de una película y un programa de televisión. ¿Alguien más necesita una siesta solo de leer esto?

En resumen, Karyme Lozano quiere dejar de ser la reina del drama para convertirse en la princesa de la comedia y la directora de proyectos con mensajes inspiradores. ¿Lo logrará? Solo el tiempo lo dirá, pero mientras tanto, seguiremos viéndola llorar en la pantalla. ¡Qué ironía!