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Mujer busca nieve para fotos y termina en barranco de Chipinque

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Ah, sí, porque ¿qué mejor plan para un día frío que subir a un parque ecológico en busca de nieve para tomar fotos que, probablemente, terminarán en Instagram con un filtro que las haga lucir más épicas de lo que fueron? Pues eso mismo pensó Gina Olivo Reyna, una valiente (o quizá imprudente) mujer de 45 años que decidió que el Parque Ecológico Chipinque era el lugar perfecto para su sesión fotográfica invernal. Spoiler: no lo fue.

Resulta que, mientras ascendía por una de las veredas del parque, Gina perdió pisada (porque, claro, el suelo estaba más resbaladizo que una pista de patinaje sobre hielo) y cayó unos 8 metros. Sí, 8 metros. Eso es como caer desde el segundo piso de un edificio, pero con el añadido de que, en lugar de un colchón, te esperan rocas y ramas. Afortunadamente, unos senderistas con buen corazón la vieron y la ayudaron a volver al sendero. ¿Qué haríamos sin esos héroes anónimos que siempre aparecen en los momentos más incómodos?

Protección Civil llegó al rescate, como si fueran los superhéroes de las emergencias, y trasladaron a Gina a la Clínica 7 del IMSS con un probable esguince de tobillo. Porque, claro, nada dice “día de nieve” como terminar en el hospital con una lesión que te recordará esta aventura cada vez que intentes caminar.

Y, como si fuera poco, el parque decidió cerrar el sendero donde ocurrió el accidente. ¿La razón? Las escalinatas estaban congeladas y resbaladizas. Vaya, qué sorpresa. ¿Quién podría haber imaginado que el hielo y la nieve harían que el suelo fuera peligroso? Definitivamente, no los cientos de personas que también acudieron al parque atraídos por la nieve, solo para encontrarse con que las veredas eran más peligrosas que un episodio de *Jackass*.

En fin, la moraleja de esta historia es clara: si vas a buscar nieve para fotos, asegúrate de llevar calzado antideslizante, un seguro médico y, sobre todo, un buen sentido del humor para reírte después de que todo salga mal. O, mejor aún, quédate en casa con un chocolate caliente y mira las fotos de nieve en Instagram. Total, ¿para qué arriesgarse?