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Padres de niños con cáncer exigen medicamentos en protesta épica

En el corazón de la Ciudad de México, donde el bullicio de la vida cotidiana se mezcla con el eco de las luchas sociales, un grupo de valientes padres se alzó como héroes modernos. Sus voces, cargadas de desesperación y esperanza, resonaron frente a la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). No eran manifestantes comunes; eran guerreros incansables, padres de niños con cáncer, enfrentándose a un enemigo invisible pero implacable: el desabasto de medicamentos oncológicos.
La escena era desgarradora. Con pancartas en mano y lágrimas contenidas, estos padres clamaban justicia. Sus hijos, pequeños luchadores en hospitales como el Pediátrico de Moctezuma y el Hospital Regional de Alta Especialidad del IMSS Bienestar en Ixtapaluca, enfrentaban una batalla aún más cruel: la falta de tratamientos esenciales. Medicamentos como la Doxorubicina, la L-asparagina, la Prednisona y la Citarabina brillaban por su ausencia, dejando a más de 100 niños en un limbo de incertidumbre.
Omar Hernández, vocero de los padres y presidente de la Fundación Infancia Saludable México A.C., alzó su voz con una mezcla de rabia y desesperanza. “Ya llevamos casi 20 días sin medicamentos”, declaró, su tono cargado de una tristeza que resonó en cada palabra. “Hemos tenido 185 reuniones con el Gobierno anterior, y aun así, aquí estamos, luchando por lo más básico”.
El drama se intensificaba con cada revelación. Desde la reunión 182, los padres habían advertido sobre la falta de medicamentos, pero las promesas del pasado Gobierno se desvanecieron como humo. “Nos dijeron que el 2025 estaba cubierto, pero no fue cierto”, añadió Hernández, su voz temblando bajo el peso de la traición.
El destino de estos niños pendía de un hilo, y el tiempo corría en su contra. Las autoridades de la Secretaría de Salud intentaban abrir una mesa de diálogo, pero los padres, cansados de palabras vacías, amenazaban con volver a protestar si no se llegaba a un acuerdo. “Ahorita nos dijeron que los medicamentos llegarán esta tarde”, comentó Hernández, aunque la duda y el miedo seguían presentes en su mirada.
En este capítulo de una lucha que parece interminable, cada segundo cuenta, cada palabra pesa, y cada acción podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte. El mundo observa, expectante, mientras estos padres escriben con su dolor una historia que nadie debería tener que vivir.