Nacional
Reflexiones sobre la violencia en Guanajuato y Michoacán

Queridos míos, hoy les comparto unas palabras que nacen del corazón, con ese tono de quien ha visto pasar los años y sabe que la vida, aunque a veces nos duela, siempre nos enseña algo. Ayer, en Guanajuato y Michoacán, veinte personas perdieron la vida en actos de violencia. Son noticias que nos entristecen, que nos hacen preguntarnos por qué el mundo se ha vuelto tan complicado.
Guanajuato, ese lugar tan lleno de historia y belleza, hoy es también el estado con más homicidios en el país. Apenas el jueves, el comandante de la policía municipal, Raúl Israel Bonilla, fue asesinado mientras cumplía con su deber. Es difícil entender cómo algo así puede pasar, pero, como les digo siempre, la vida nos enseña que no todo está en nuestras manos.
En Michoacán, la situación no es menos preocupante. Los grupos criminales, como el CJNG y otros, siguen disputándose el control, dejando a su paso dolor y desolación. Hace unos días, en Apatzingán, encontraron tres cabezas humanas con mensajes de los narcotraficantes. Son hechos que nos estremecen, pero también nos recuerdan la importancia de cuidarnos unos a otros, de no perder la esperanza y de trabajar juntos por un futuro mejor.
A veces, cuando escucho estas noticias, me siento a tomar un té y pienso en cómo el mundo ha cambiado. Antes, los problemas se resolvían con diálogo y paciencia, pero hoy parece que la violencia se ha vuelto la respuesta fácil. Sin embargo, les digo con cariño: no perdamos la fe. La vida nos enseña que, incluso en los momentos más oscuros, hay luz al final del camino.
Y aunque ayer en todo el país se registraron 63 asesinatos, no debemos dejar que el miedo nos gane. Al contrario, debemos unirnos como comunidad, apoyar a quienes trabajan por la seguridad y recordar que cada pequeña acción cuenta. Porque, como les digo siempre, la paz no se construye de un día para otro, sino con paciencia, amor y mucha perseverancia.
Así que, queridos míos, hoy les pido que no pierdan la esperanza. Cuidémonos unos a otros, valoremos lo que tenemos y sigamos adelante con esa fuerza que nos da la vida. Porque, al final del día, lo que más importa es el amor que compartimos y la tranquilidad de saber que, juntos, podemos superar cualquier cosa.
Un abrazo fuerte, como el que les daría en persona, y recuerden: la vida es un regalo, y cada día es una oportunidad para hacerla mejor.