Internacional
Trump despide a 17 inspectores y el Congreso se pregunta por qué

Ah, sí, el presidente Donald Trump, ese hombre que nunca deja de sorprendernos con sus decisiones tan… ¿cómo decirlo? ¿Audaces? ¿Impulsivas? ¿O simplemente extrañas? Esta vez, el magnate convertido en mandatario decidió que 17 inspectores generales de agencias gubernamentales sobraban en su administración. Porque, claro, ¿quién necesita supervisión cuando puedes hacer lo que te dé la gana?
Los despidos, que comenzaron un viernes por la noche (porque, obviamente, las noticias incómodas siempre se anuncian cuando nadie está mirando), entraron en vigor de inmediato. Dos fuentes anónimas, que probablemente estaban escondidas en un sótano con capuchas y códigos secretos, confirmaron los hechos. Aunque, como es típico en estos casos, nadie supo el número exacto de despidos. Un correo electrónico de uno de los inspectores despedidos mencionó “aproximadamente 17”, lo que suena más a un cálculo rápido hecho en una servilleta que a un dato oficial.
El Congreso, ese grupo de personas que supuestamente debería estar al tanto de estas cosas, no fue notificado con los 30 días de anticipación que exige la ley. Pero, ¿quién necesita seguir las reglas cuando tienes un Twitter y una base de seguidores leales? El senador Chuck Grassley, un republicano que parece estar un poco molesto (o quizás solo finge estarlo), pidió una explicación más detallada. “Puede haber una buena razón”, dijo, aunque su tono sugería que dudaba mucho de que existiera tal razón.
Los inspectores generales, esos héroes anónimos que evitan que el gobierno se convierta en un circo sin red de seguridad, fueron creados después del escándalo Watergate. Su trabajo es vigilar que no haya mala gestión ni abuso de poder. Pero, ¿quién necesita vigilancia cuando puedes simplemente despedir a los vigilantes? Lindsey Graham, otro senador republicano, admitió que los despidos violaron los estatutos, pero lo dijo con la misma seriedad con la que uno le dice a un niño que no debe comer galletas antes de la cena.
Mientras tanto, los demócratas y los grupos de vigilancia están en pie de guerra, advirtiendo que estas acciones hacen que sea más fácil aprovecharse del gobierno. Max Stier, de la organización Partnership for Public Service, comparó a los inspectores generales con “policías en el terreno que evitan que ocurran cosas malas”. Aunque, en este caso, parece que los policías fueron desarmados y enviados a casa.
La Casa Blanca, por su parte, guardó un silencio ensordecedor. Trump estaba en Las Vegas, hablando de su promesa de campaña de eliminar los impuestos federales sobre las propinas. Porque, claro, ¿qué mejor momento para hablar de propinas que cuando estás despidiendo a los que vigilan cómo se gasta el dinero de los contribuyentes?
En resumen, esta es solo otra semana en la vida de la administración Trump: despidos masivos, leyes ignoradas y un Congreso que se rasca la cabeza preguntándose qué diablos está pasando. ¿Qué sigue? ¿Despedir a los árbitros de fútbol porque no les gusta cómo pitan? El tiempo lo dirá.